Ya sabemos que los altos niveles de estrés pueden ser increíblemente perjudiciales tanto para tu salud física como mental, pero ¿cómo afecta el estrés a la salud de tu cabello? Desde aumentar tu susceptibilidad a la pérdida de cabello hasta resultados más graves como la alopecia areata, el estrés no es bueno para tu cabello, y vamos a explorar este tema más a fondo en el artículo a continuación. ¡Vamos a verlo!
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ToggleAntes de comenzar a hablar sobre el impacto del estrés en el cuerpo, podría ser útil explicar un poco más a qué nos referimos cuando hablamos de estrés. Después de todo, el estrés es parte de la vida cotidiana; si bien los niveles crónicos de estrés no son ideales y ciertamente no deben considerarse normales, el estrés en sí es una parte inevitable de nuestras vidas, por lo que entender las diferentes formas y niveles es importante.
El estrés se puede categorizar ampliamente en dos tipos principales: estrés agudo y estrés crónico. El estrés agudo suele ser el resultado de un evento singular o aislado que te hace sentir abrumado o tenso. Sin embargo, cuando este tipo de estrés se experimenta de manera regular, se convierte en crónico, dejándote propenso a sentir ansiedad durante períodos prolongados. Ambas formas de estrés pueden tener efectos perjudiciales en tu salud mental, física y emocional, ¡y también en la salud de tu cabello!
Para entender cómo el estrés afecta a tu cabello, es importante comprender cómo se comporta nuestro cuerpo cuando estamos bajo estrés. Cuando estás estresado durante períodos prolongados, tu cuerpo entra en un estado de hiperactividad de adrenalina y produce en exceso una hormona conocida como cortisol; y el exceso de cortisol en tu cuerpo puede dañar tu cabello de las siguientes maneras:
El exceso de cortisol en tu sistema causará un aumento en la producción de grasa de las glándulas sebáceas; esto puede hacer que tu cabello se vuelva crónicamente grasoso, débil, sin vida y más propenso a romperse.
Cuando una persona está estresada durante períodos prolongados, no es raro que experimenten cierto nivel de pérdida de cabello como resultado; esto se debe a que los niveles elevados de cortisol suprimen ciertas funciones en el cuerpo, incluidas aquellas relacionadas con el crecimiento saludable del cabello.
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Cuando estamos estresados, es mucho más probable que optemos por pizzas, hamburguesas y otros alimentos reconfortantes en lugar de una ensalada, pero esto también puede afectar la salud de nuestro cabello; una mala alimentación conducirá a deficiencias de vitaminas, lo que a su vez puede causar pérdida de cabello y hacer que tu cabello sea quebradizo y se rompa fácilmente.
En casos extremos donde el estrés ha alcanzado niveles crónicos, puede ocurrir alopecia areata; este es un trastorno autoinmune donde se caen mechones de cabello resultando en calvicie parcheada.
Seguramente has escuchado la frase «arrancarse los pelos», ¿verdad? Cuando estamos muy estresados, algunos de nosotros podemos ser propensos a una condición conocida como tricotilomanía, en la cual una persona experimenta un impulso irresistible de arrancarse el propio cabello. Esto también puede llevar a la formación de parches calvos en el cuero cabelludo y dañar los folículos en el proceso. Aunque es raro, se estima que entre 5 y 10 millones de estadounidenses sufren de tricotilomanía, y muchos de estos casos son causados directamente por niveles prolongados de estrés.
Afortunadamente, existen varios tratamientos disponibles para la pérdida de cabello relacionada con el estrés, y la solución más adecuada dependerá de tus circunstancias individuales, así como de la gravedad de la pérdida de cabello.
Antes de someterte a cualquier tratamiento, el primer paso es abordar la causa subyacente de tu estrés; esto puede implicar asesoramiento o técnicas de relajación como yoga o meditación. Una vez que hayas encontrado una manera de manejar tus niveles de estrés, es importante asegurarte de comer una dieta equilibrada y beber mucha agua, ya que ambas cosas ayudarán a promover el crecimiento saludable del cabello y estabilizar tus hormonas.
Una vez que hayas hecho ciertos cambios en tu estilo de vida para ayudar a reducir el estrés, puedes trabajar en abordar la pérdida de cabello con tratamientos específicos según las circunstancias. Tu médico también puede recetarte ciertos medicamentos que pueden ayudar a prevenir una mayor pérdida de cabello y fomentar el crecimiento de nuevos cabellos en áreas afectadas (como minoxidil, un medicamento tópico) o finasterida (un medicamento oral). En casos donde se haya diagnosticado alopecia areata, se puede recetar una crema de corticosteroides.
Para aquellos cuya pérdida de cabello relacionada con el estrés ha causado calvicie significativa o total, un tratamiento de trasplante de cabello podría ser la opción más sencilla para ayudar a restaurar tu cabello perdido y recuperar tu confianza. Puedes echar un vistazo a algunas fotografías de trasplante de cabello en Turquía para tener una idea de lo efectivo que puede ser este tratamiento, especialmente para aquellos con alopecia severa o pérdida total del cabello.
Para mantener tu cabello en óptimas condiciones, aquí tienes algunos consejos de nuestros expertos:
Es muy importante tomarte un tiempo para ti y manejar tu propio bienestar mental, ya sea a través del ejercicio, la lectura o simplemente tomando un descanso y haciendo algo que disfrutes. Cuidar de ti mismo debe ser una de tus principales prioridades cuando se trata de manejar los niveles de estrés, así que siempre haz tiempo para priorizarte.
Comer una dieta saludable es clave para mantener la salud general y también ayudará a mantener tus niveles de cortisol bajo control; elige alimentos ricos en vitaminas, minerales y ácidos grasos omega 3, ya que todos contribuyen al crecimiento saludable del cabello y la función hormonal.
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Ya sea en tu vida en casa, en el trabajo o en otra área de tu vida personal, haz todo lo posible para reducir la exposición a los desencadenantes de estrés siempre que sea posible; esto podría implicar reducir tus horas de trabajo o tomarte más tiempo para ti en casa para hacer las cosas que amas y disfrutas.